Fallo vacunal en porcino, ¿por qué ocurre?

5 octubre 2023

Generalmente, en el ganado porcino cuando hacemos uso de vacunas, esperamos de ellas una eficacia total que, de no producirse, nos genera dudas sobre la efectividad de las vacunas.  A esta “falta de eficacia” en el control de la enfermedad es lo que se ha denominado fallo vacunal. 

En este artículo vamos a profundizar en los diferentes momentos en los que pueden ocurrir estos fallos vacunales.

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Cuando las vacunas “no funcionan”

Podemos ir más allá en cuanto a lo que podemos considerar un fallo vacunal. La aparición de reacciones inesperadas o excesivas de algún o algunos animales también podrían considerarse como fallo vacunal. En resumen, podría decirse que un fallo vacunal se produce cuando las vacunas no cumplen con las expectativas que hemos puesto en ellas.

En estos casos, por lo general solemos preguntarnos ¿Ha fallado la vacuna? Aunque la pregunta que quizá deberíamos hacernos es: ¿Le hemos fallado nosotros a la vacuna?

Cuando fallan las vacunas

Cuando tratamos de encontrar qué es lo que ha podido suceder cuando aparece un fallo vacunal, debemos recordar que las vacunas no se administran solas, sino que forman parte de la tríada entre vacunas, animales y personas que la aplican a los animales. 

El fallo vacunal relacionado con la propia vacuna suele reportarse cuando se observa la aparición de sintomatología clínica (de la enfermedad frente a la cual se vacunó u otra) en gran parte de los animales vacunados. Se tiene la sensación de que la vacuna “no ha hecho nada” o que ha sido la causante de la clínica. Cuando esto ocurre, el fallo vacunal suele estar relacionado con alguno de los siguientes puntos:

  • Naturaleza de la vacuna (viva vs inactivada): las vacunas vivas que no han sido correctamente atenuadas pueden llegar a causar enfermedad clínica.
  • Fallos en la producción: por contaminación con otros patógenos; por una producción deficiente del antígeno; o por errores en el etiquetado de las vacunas en cuanto, por ejemplo, a su caducidad.

Hay que decir que estos fallos vacunales relacionados con la propia vacuna son relativamente poco frecuentes, dado que los controles de producción que debe superar una vacuna comercial para llegar al mercado son altamente restrictivos y están bajo la supervisión de empresas certificadoras.

 

Cuando los animales no responden

Este tipo de fallo vacunal puede presentarse desde una forma individual hasta en todo el grupo, dependiendo de si el fallo está relacionado con una reacción inespecífica anormal de un animal frente a algún componente de la vacuna, o sí por ejemplo están inmunodeprimidos y su sistema inmune no es capaz de responder a la vacunación.

Entre las causas relacionadas con este tipo de fallos encontramos:

  • Edad de vacunación (inmunidad pasiva): en ocasiones, puede ocurrir que los animales aún presenten anticuerpos tomados con el calostro. Estos anticuerpos podrían llegar incluso a bloquear al antígeno de la vacuna, impidiendo que el sistema inmune lo reconociese.
  • Estado sanitario en el momento de la vacunación (inmunosuprimidos): también puede suceder que los animales estén sufriendo otra enfermedad (por ejemplo, PRRS), que causa que su sistema inmune no pueda funcionar con normalidad y, por tanto, reducir su capacidad para reconocer al antígeno de la vacuna.
  • Variación biológica: a veces ocurre que ciertos animales, de forma individual o colectiva, no reaccionan como se espera a la vacuna. En este caso, es difícil prever el fallo vacunal y no puede hacerse nada por evitarlo.

Salvo en el caso de la variación individual, que es imprevisible, es el veterinario de la granja quién debe asesorar sobre el momento óptimo de la vacunación, a fin de evitar o al menos minimizar el impacto negativo que puedan tener estas circunstancias sobre la vacunación.

Cuando el fallo vacunal se debe a la intervención humana

El último factor que afecta a la aparición de fallos vacunales es la intervención humana. Este tipo de causas de fallos vacunales, aunque las más previsibles y fáciles de evitar, son las más presentes en nuestras granjas.

Dentro de los más frecuentes podemos encontrar:

  • Almacenamiento deficiente: las vacunas son termolábiles y fotosensibles. Esto significa que, todo el tiempo que estén almacenadas fuera de los límites de entre 2 y 8ºC, supondrá un impacto negativo en la eficacia de la vacuna. 
  • Control de la fecha de caducidad de la vacuna
  • Tiempo de uso tras la reconstitución o apertura: debido a que las vacunas vienen preparadas en viales con un número de dosis fijas, puede ocurrir que, tras haber vacunado a todos los animales, sobre dosis de vacuna. Salvo que lo indique el fabricante expresamente, no debemos guardar las vacunas para usarlas más adelante una vez hayan sido atemperadas ya que puede ocurrir que la vacuna pierda sus propiedades y deje de ser eficaz.
  • No vacunación del individuo o de un grupo de individuos: las vacunas funcionan porque contribuyen a crear lo que conocemos como inmunidad de grupo. Si, como ocurre en ocasiones, se deja a algún animal o grupo de animales sin vacunar, puede que no se alcance al mínimo necesario de animales inmunizados para evitar que la enfermedad aparezca en el rebaño.
  • Vía de administración errónea o mala administración
  • Elección errónea de la vacuna o del momento de vacunación
  • No seguir las recomendaciones del fabricante (dosificación y revacunación)
  • Mezclas con otros productos como antibióticos: por lo general se desconoce cómo interactúan los componentes de diferentes productos veterinarios entre ellos, por eso, no se recomienda mezclar productos salvo que así esté específicamente indicado.
  • Higiene, estado y elección correcta del material asociado a la vacunación (agujas, jeringas, etc.): es habitual encontrar la presencia de abscesos en el punto de inoculación cuando el material no está correctamente limpio y desinfectado. Es responsabilidad de las personas al cargo de la vacunación que todo el material esté en perfectas condiciones para aplicar las vacunas.

Este último grupo de causas de fallos vacunales tiene una característica común, y es que son acciones sobre las que podemos trabajar para mejorar y llevarlas a cabo con conocimiento. Las implicaciones que tienen estos fallos vacunales sobre economía de la granja porcina y/o el bienestar animal porcino, es un tema a tratar en otro artículo.

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